lunes, 6 de febrero de 2017

Vida nueva

Vestido rojo ajustado, zapatos de Jimmy Choo, bolso elegante. Melena rubia bien peinada, alisada, y con una trenza tan simple como bella. Sus ojos, maquillados como por las manos de Dios, acentuaban sus pupilas verde esmeralda. Sus pecas se mostraban más alegres que de costumbre. Esta era su gran noche, y Emily aguardaba impaciente en su habitación.

Los invitados fueron llegando a la fiesta, en la que ella iba a anunciar el gran acontecimiento. No faltaba nadie, absolutamente nadie. Y tampoco nadie, absolutamente nadie, sabía de qué se trataba. Probablemente ni siquiera ella estuviera segura. Pero era una decisión que ya había tomado, tras largas tardes de reflexión en el banco de su jardín, bajo la sombra del álamo que ella misma plantó de pequeña.

Llevaba toda la tarde preparándose, nada podía salir mal. Bañera con espuma, su música, su espacio. Tenía tanta tranquilidad como miedo. ¿Y si algo salía mal? No podría soportarlo, eso estaba claro. La fortuna de su familia ya no le llenaba el hueco que tenía en su interior, y sólo su pequeño Huskey parecía entenderle. Pero hoy, todos sus problemas acabarían en la fiesta. Hoy, dejaría de ser la niña mimada de la rica familia Hudson. Hoy, cambiaría su vida de lujos y caprichos para siempre. Lo presentía.

¿Cómo había llegado hasta aquí? La respuesta es bien sencilla. Aquel día en el que una gitana le pidió limosna, y ella giró la cabeza, ese fue el día en el que marcó su destino. Y desde ese mismo día empezó a rutinizar sus tardes de té bajo el álamo de su jardín, dándole vueltas en su cabeza al mismo tema. La pitonisa había sido muy clara, "Tu 23 cumpleaños llegará, y tu vida dará un gran giro. Sólo recuerda mis palabras, nos volveremos a ver. Y no te va a gustar." El miedo se había apoderado de ella, y tenía la impresión de que aquella gitana no hablaba en vano. Aquella gitana baja, de pelo negro y ojos oscuros, sabía lo que decía.

Llegó la hora, y Emily bajó las escaleras circulares con una sonrisa reluciente. Estaba impecable. Todos los invitados se dieron vuelta para observarla. Estaba lista para contarles que iba a cambiar de vida, que dejaba atrás todo para comenzar una nueva vida, con una nueva identidad, lejos de la ciudad, del país. Tomó una copa de champán francés, e invitó a todos los presentes a hacer lo propio.

-Bienvenidos a todos, y muchas gracias por haber venido. Aparte de mi cumpleaños, también tengo algo que deciros. Pero antes, brindemos. Por vosotros, por mí. Por el destino que puede ser evitado. Porque nada está escrito, y vuestra elección siempre será más fuerte que cualquier premonición. Por todo eso, brindemos.

Y mientras aquel caro champán francés era ingerido por la anfitriona, sus invitados se empezaban a volver borrosos. La copa se rompió en mil pedazos, a la vez que su madre, a apenas un metro de la joven, soltaba un grito que daba inicio a un llanto desconsolado. El llanto de una madre que acaba de perder a su hija. Todos los allí presentes se llevaron las manos a la cabeza, incrédulos. ¿Todos? No, todos no. Al fondo, una gitana baja, de pelo negro y ojos oscuros, no. Sólo esbozó una sonrisa y se dirigió a la salida, mientras sus labios carnosos murmuraban:

-Nos vemos en el infierno, pija asquerosa.

JP

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