martes, 7 de noviembre de 2017

Otoño

Otoño. Esa época del año que nos va alejando del verano poco a poco. Y con el verano, se nos va ese momento especial que marcó nuestro agosto, esa canción que no éramos capaces de dejar de escuchar. Ese lugar que sólo corresponderá a un año, a un verano. Esa persona a la que tuvimos que decir adiós porque, simplemente, ese verano estaba a punto de terminar.

Pero el otoño es astuto, frío y calculador. Y no te arrebata el tan añorado verano de la noche a la mañana. Comienza con esas frías mañanas de cielo azul claro, donde las nubes se han quedado durmiendo y el sol parece no calentar. Vamos caminando todavía con las ropas que metimos en el armario en primavera, porque no queremos admitir que va siendo hora de sacar las de invierno. Y en ese momento, tenemos la extraña sensación de que el verano no parece estar tan lejos, sin pararnos a pensar en que el tiempo únicamente va hacia delante. En que quedan todavía 8 largos meses hasta el siguiente.

Y poco a poco, el otoño va introduciendo los primeros atardeceres. Las bufandas y los gorros con pompón se apoderan de los parques, mientras los árboles se desnudan y dejan caminos de hojas secas y larga conversación. Los adornos navideños empiezan a dejarse ver por las calles, y ya sólo pensamos en los regalos de Papa Noel o en lo mucho que tenemos que estudiar para los tan próximos exámenes.

Es en ese momento cuando el otoño termina y se sabe que ha cumplido su misión: te has olvidado del verano. Ya puede dar paso al invierno, ya estás preparado. Porque el verano ya es historia. Sólo recuerdas el verano anterior como un verano más.

Como el verano de ese momento especial que marcó nuestro agosto, el verano de esa canción que no éramos capaces de dejar de escuchar. El verano de ese lugar.

El verano de esa persona a la que tuvimos que decir adiós hasta pronto.

JP