domingo, 18 de febrero de 2018

Avestruces

Los avestruces esconden la cabeza en la tierra cuando perciben algún peligro, como que si ellos no lo ven ellos tampoco serán vistos. Qué estúpidos, ¿verdad?

Sé lo que estáis pensando. Desde pequeños, cuando teníamos miedo de algo por la noche nos aferrábamos a la sábana como si de un escudo mágico se tratase. Por supuesto, si un asesino en serie se presentaba en nuestra habitación de madrugada y nos veía ocultos entre esas sábanas que mamá había lavado y planchado hace poco, se daría media vuelta y se largaría.

Y cuando crecemos lo seguimos haciendo. Ya no tenemos sábanas que nos envuelvan, y probablemente las de casa tampoco estén lavadas y planchadas por mamá, pero seguimos girando el cuello en dirección contraria a los problemas. Si no los vemos, seguro que desaparecerán por sí solos. Si no los vemos, seguro que otro se hará cargo de ellos. Si no los vemos, seguro que se irán. Si no los vemos...

Lo cierto es que, a menudo, los problemas son capaces de esperar sentados, incansables, hasta que sean resueltos de una vez por todas. Y es una pena que los avestruces pasen su vida con la cabeza bajo tierra, y no puedan mostrar su preciosa cabeza al mundo.

Supongo que hacerse mayor va unido a sacar la cabeza de la tierra y dejar de girarla a los problemas. Porque aunque fuera haga frío, llueva y te mojes, siempre hay algún motivo por lo que volver a intentarlo.

Ya habrá tiempo de secarse en casa junto a un café, una manta y... bueno, el motivo en sí.

JP